lunes, 29 de septiembre de 2008

Gracias Frank


Por encima de las emociones y de la euforia, Rijkaard. Con esta frase se podría retratar el carácter de un hombre que ha hecho de la sensatez y la calma sus armas más valiosas. Como futbolista lo ganó casi todo, jugó con el Milan de ensueño, aquel que marcó una época por su juego encantador e invencible; y como entrenador llevó al Barça al Olimpo futbolístico, allí donde sólo tienen cabida no los vencedores sino los que llegan a encandilar. Y más allá de los éxitos, que no son pocos, siempre ha sido una persona sosegada, capaz de razonar en la gloria y de reflexionar en la miseria de un mundo tan voraz como es el futbol.

Cercano y generoso con sus jugadores, cordial y afable con la prensa, ha sabido mantenerse al margen de lo superficial y ha dado la cara en lo trascendental, conservando siempre la honradez y la humildad. Un hombre con sentido de la responsabilidad, comprometido como pocos con su club, sus aficionados y, sobre todo, con un ideal de futbol en peligro de extinción.

Gracias Frank.

lunes, 15 de septiembre de 2008

Pop en movimiento

Artículo de Santiago Segurola -uno de los mejores periodistas deportivos- cuando aún escribía en El País.


Mucho antes de que Inglaterra fabricara plastificados ídolos del fútbol, hubo un jugador de carne y hueso que representó perfectamente los excesos, las turbulencias y los cambios que generó su tiempo. Fue George Best, el chico que salió de los callejones de Cregagh, en Belfast, para convertirse en un fenómeno que trascendió la escena del fútbol. No son pocos quienes le señalan como el mejor futbolista británico, un genio a la altura de Pelé o Maradona, consideración excesiva para un jugador que sólo mantuvo tres años de brillo consistente. Tenía 22 años en 1968, cuando fue designado Balón de Oro tras conquistar la Copa de Europa con el Manchester. Era una celebridad dentro y fuera de los estadios, un futbolista con raptos geniales, intuitivo, regateador, valiente, astuto, estupendo pasador, con una arrancada incontenible y una delicada conducción de la pelota. Jugaba con los brazos pegados al cuerpo y los puños casi cerrados. Era el tobillo eléctrico y la cintura de goma lo que producía un fascinante efecto en los espectadores y un desastroso problema en sus marcadores. Pero todas estas cualidades, por raras que fueran, no le convirtieron en el ídolo singular que fue. Hubo regateadores antes que él, como Stanley Matthews, futbolistas con un dominio integral del juego, como su compañero Bobby Charlton —con quien mantuvo una difícil relación, en el mejor de los casos— o elegantes goleadores como Jimmy Greaves o Dennis Law. Best tenía mucho de todos ellos, pero añadía algo más: su identificación con una época vibrante. Mientras Matthews o Charlton representaban al discreto inglés de la clase trabajadora cuyas hazañas rara vez traspasaban las páginas de deportes, Best era el pop en movimiento. No sólo era un gran jugador, sino un héroe de la cultura de su tiempo. Conducía airosos deportivos, frecuentaba los clubes donde se citaban los músicos y los actores del swinging London de los años 60, era dueño de boutiques a la última moda, poseía una casa futurista a las afueras de Londres y no tenía rival con las mujeres: conquistador compulsivo y protagonista de desgraciados episodios de violencia. Un periódico de Lisboa le calificó como el quinto beatle después de destrozar al Benfica (1-5) en los cuartos de final de la Copa de Europa de 1966. Era verdad. El fútbol acababa de alumbrar la primera estrella pop, un ídolo masivo que interesaba a todo el mundo, el jugador que también desarrolló un nuevo personaje: el de la estrella autodestructiva que jamás alcanza su potencial como futbolista, pero que arrastra durante toda su vida una especie de poética maldita que agranda su leyenda.

Con 22 años alcanzó la cima y repentinamente comenzó su declive, alimentado por la bebida y el juego. Estaba destinado a la destrucción. Debutó con 17 años en el Manchester. A la misma edad comenzó a beber. No le ayudaron ni la fama ni la cultura del alcohol que prevalece en el fútbol británico. No le ayudó su asociación con la permisiva escena social del pop. No le ayudó la indulgencia que encontró a su alrededor. Era un rey. Podía hacer lo que quisiera. Con 24 años, cuando los jugadores entran en el apogeo de sus carreras, Best sólo era un futbolista de destellos, proyecto de juguete roto que se peleaba con los entrenadores, no acudía a los entrenamientos y comenzaba un triste peregrinaje de despedida por la serie Z del fútbol: Fulham, Stockport County, Hibernian, Dunstable Town, Los Ángeles Aztecas, San José Earthquakes y Bournemouth. La lista explica gráficamente el enorme desperdicio de talento y la inauguración de un género que se ha hecho muy relevante en dos lugares: Inglaterra y Argentina, países donde la figura del héroe caído genera una fascinación enfermiza. Es fácil asociar a Best con Maradona y bajar poco a poco los peldaños de la fama, de Paul Gascoigne a Charlie George, pasando por René Houseman en las calles de Buenos Aires o Stan Bowles delante de cualquier tugurio de apuestas en Londres. De todos ellos se contarán maravillosas historias futbolísticas y trágicos relatos personales, donde el alcohol, el juego o las drogas destrozaron sus carreras y sus vidas ante la morbosa avidez periodística. Los inadaptados siempre dan mucho juego en la prensa. Pocos lo han testimoniado mejor que Best, cuya tragedia terminó ayer. Ahora comienza la hora del mito.




domingo, 14 de septiembre de 2008

Conclusiones tras 2 jornadas

Muchos siguen creyendo que la liga española es la mejor de Europa pero… ¿de verdad lo es?

1. La mayoría de equipos de la Liga, el 75% más o menos, no juega a futbol propiamente dicho. Estos equipos, basándose en argumentos desgastados de tanto usar – poco presupuesto por lo tanto jugadores de perfil medio-bajo – practican un futbol rancio, pobre y limitado. Para enfrentarse a las adversidades (aunque “enfrentar” implica valentía, cualidad que no tienen), entendidas como un rival supuestamente superior, con toque y ofensivo, recurren al hermetismo, esto es, jugar con los 11 en su propio campo y buscar un milagro – el gol – a la contra o a balón parado. Su planteamiento es tan sencillo como pobre: defender a ultranza. Algunos – periodistas en general –, no sé si haciendo gala de su fina ironía o por pura convicción, hablan de “equipos ordenados defensivamente” y “buena colocación”; no es muy difícil jugar con dos líneas defensivas de 4 (o más) jugadores a modo de muro. El resultado, como es de esperar, es un juego más que pasivo, lo cual hace del futbol un juego tedioso.

2. Por si el sistema táctico-defensivo no bastara, estos equipos siempre guardan un as en la manga: las patadas. Aquellos jugadores con mejor conducción de balón, con regate o desborde son constantemente cazados por parte de todos esos que suplen su falta de calidad/técnica con violencia/brutalidad. No hay distinción ni racismo: blancos o negros, tobillos, rodillas, tibias,… todo vale para defender. Tantas entradas salvajes traban el juego y, sobre todo, se saldan con muchos “tocados” (que en no-deportistas se traduciría en pedir la baja) y unos pocos lesionados (con suerte para un par de semanas).

3. Una buena liga, además de equipos fuertes (sentido figurado, claro), también tiene que contar con buenos árbitros. La Liga puede “presumir” de concentrar a los más incompetentes. Más allá de los errores habituales – fueras de juego, de banda –, permiten el juego sucio, la pérdida de tiempo, las barreras mal colocadas, contribuyendo así a desvirtuar el futbol.
¿Hacia dónde va la Liga? ¿Serán el Villareal y el Barça el último bastión? Si quieren ver fútbol, la Premier es su salvación.

domingo, 10 de agosto de 2008

Magia

Irónicamente, G.Best, dios entre los dioses, antes de recalar en el Man.U, fue rechazado por un equipo de Belfast por "demasiado pequeño y liviano". Desgraciadamente, en el fútbol actual muchos ilustrados siguen aplicando estos criterios. Quizá por eso recordamos con tanta nostalgia a las viejas glorias, porque hoy en día, por culpa del estancamiento creativo y la imposición del físico como único credencial, es difícil disfrutar con talentos brutos, jugadores anárquicos que resaltan por su creatividad, genialidad entre lo monótono y homogéneo.

La historia está llena de sucesos y momentos con una clara moraleja: más vale maña que fuerza. Y es que la habilidad siempre ganará a la fuerza. Los grandes del fútbol lo han sido precisamente por su inigualable calidad y no por su fuerza física: el propio Best, Jairzinho, Maradona, Romario,… Evidentemente, ellos representan una minoría, pero no hace falta remontarse a los mejores, también hay muchos jugadores buenos, incluso rozando la excelencia, que escapan a este estándar moderno: Joe Cole, Silva, Iniesta, Arshavin,…

Afortunadamente, algunos ojeadores y entrenadores rehúyen este afán por lo físico y valoran la creatividad y tienen por prioridad la técnica. De ahí que veamos jóvenes que están abriéndose paso pero no dejan de ser excepciones en el contexto actual: Giovinco, Pjanic, Nasri, Agüero.

El fútbol es un deporte que, con una dosis de fantasía y otra de pasíon, puede llegar a ser muy bello. Parece ser que muchos no lo entienden así y ven en la búsqueda de jugadores altos y fuertes la solución perfecta a sus tristes objetivos resultadistas. No importa el público, no importa la imagen, para ellos la victoria es el único fin y el orden táctico interpretado por jugadores corpulentos es la fórmula.

Bienvenidos, pues, a esta nueva era futbolística, aburrida y adulterada, donde lo arriesgado está prohibido y lo esquemático impera. Pero no todo está perdido, aún gozamos de resquicios que muestran la validez y la efectividad de un futbol de toque creado por jugadores alejados de las estúpidas exigencias físicas; el último: el triunfo de España en la Eurocopa. Fue la clara ilustración de la imposición de la calidad sobre la tosquedad, la victoria del hábil sobre el fuerte. Porque, al fin y al cabo, ¿para qué tanto cuerpo si lo de lo que se trata es de saber tocarla?

miércoles, 23 de julio de 2008

Juega siempre con smoking


Eso dijo de él Lobo Carrasco un día en El Día Después. No se podría aplicar una imagen más adecuada para definir su estilo de juego: elegante.
Afortunadamente, Dennis Bergkamp empezó a jugar a fútbol por la influencia de sus padres que eran grandes aficionados. De hecho, Dennis es en honor al escocés Denis Law, mítico delantero del Manchester United. Desde muy joven jugó en el Ajax, equipo con el que debutaría de la mano de Johan Cruyff. La liga holandesa se le quedó pronto pequeña por lo que fichó por el Inter de Milán, donde no logró sentirse cómodo ni hacer su mejor fútbol. Tras dos pobres temporadas, pese a ganar una UEFA, fichó por el Arsenal.

En Inglaterra vimos la mejor versión de Bergkamp. Para la historia ha dejado un recital de calidad depurada, firmando jugadas exquisitas y goles brillantes. Como buen holandés, imponía su gusto por el buen fútbol en el terreno de juego. Cuánta clase y qué toque de balón. Formó dupla en el ataque gunner, primero, con Ian Wright y, después, con Thierry Henry, recuperando el éxito de tiempos pasados a Highbury. Seguro que en las islas muchos añoran al "Dutchmaster" porque pocas veces vieron tanta sutileza.

En la selección también ha dejado huella; es el segundo máximo goleador de la historia del equipo orange. De no ser por su fobia a viajar en avión, podríamos haber disfrutado aún más de su extraordinaria calidad por Europa. De todos modos, en el mundo del futbol que casi todo se convierte en efímero, Dennis siempre permanecerá en el recuerdo.

"Intelligence and class. Class is of course, most of the time linked to what you can do with the ball, but the intelligence makes you use the technique in an efficient way. It's like somebody who has a big vocabulary but he doesn't say intelligent words, and somebody who has a big vocabulary but he can talk intelligently, and that's what Dennis is all about. What he does, there's always a head and always a brain. And his technique allows him to do what he sees, and what he decides to do." - Arsène Wenger, entrenador del Arsenal, tras una victoria por 3-1 ante el West Bromwich Albion, el 16 de abril de 2006.

domingo, 20 de julio de 2008

Portería a 0


El portero, ese jugador tan olvidado en las victorias y tan recordado en las derrotas; el que todo lo da o todo lo quita. Es el primer guardián del equipo y el último escollo del rival. Convive con la presión. Lev Ivanovich Yashin (1929-1990) lo sabía bien.

Comenzó siendo portero de hockey sobre hielo hasta que, ironías del destino, reemplazó a un portero de fútbol y de ahí a la gloria. Hombre de un solo club, lideró a un hegemónico Dínamo de Moscú en la segunda mitad de los años 50; también ganó la primera Copa de Europa de Naciones en 1960. Tres años más tarde se convertiría en el primer portero (y único hasta ahora) en ganar el Balón de Oro.

Mirando sus números, se podría decir que hizo del área pequeña su hábitat natural y convirtió la portería en su mejor fortín. De 326 partidos jugados, en 270 dejó la portería a 0. Y como guinda, dicen que a lo largo de su carrera atajó 150 penaltis. Dada su asombrosa agilidad y su privilegiado sentido de la anticipación cazaba casi todos los balones con sus manos. Quién hubiera dicho que 189cm fuesen tan elásticos... La seguridad y el valor, un suplemento.

Entre que lo paraba todo y vestía siempre de riguroso negro, fue rápidamente apodado la Araña Negra. Además de su talento, fue pionero en estudiar a sus rivales. Lev Yashin, todo un icono ruso y una referencia futbolística.

"What kind of a goalkeeper is the one who is not tormented by the goal he has allowed? He must be tormented! And if he is calm, that means the end. No matter what he had in the past, he has no future." – Lev Ivanovich Yashin.

sábado, 19 de julio de 2008

Ooh Ah Cantona!


En Gran Bretaña todos conocen a la reina de Inglaterra, pero en Manchester sólo reconocen a un Rey, al que los propios aficionados reds coronaron como "The King" y al que aclamaban con fervor en las gradas de Old Trafford.
Su primera etapa como futbolista estuvo trabada por continuos incidentes y peleas dado su temperamento. Pasó por varios clubes franceses, logrando una copa y una liga. En 1991 anunció su retirada pero, por suerte, fue en vano. Aún tenía que deleitarnos con su futbol elocuente.
Encontró su sitio en Inglaterra, allí donde el futbol está ligado al orgullo. Desembarcó en el Leeds para ganar la liga y luego se mudó a Manchester, donde ha dejado un legado imborrable. L'enfant terrible conectó en seguida con la hinchada por sus goles y por su carácter, recogiendo así el testigo de Best y forjando la leyenda del 7.
En 1995, su sangre caliente le jugó una mala pasada y le tuvo apartado de los terrenos de juego. Pero volvió a lo grande para redimirse, contribuyendo a ganar la liga y la FA Cup.
En el United desplegó todo su repertorio: faltas directas, picaditas, remates de cabeza, potentes empalmes, un abánico de goles al servicio del espectáculo. Y todo sin abandonar su mentalidad ganadora; él mismo dijo en una ocasión que no jugaba contra un equipo, sino contra la idea de perder.
Cuello de la camiseta subido, 7 a la espalda, elegancia y potencia en uno: Eric Cantona.
"I didn't study; I live. You can't study these things - life teaches them to you. You don't find them in a book... I've read a lot of Socrates on page three of the Sun." – Eric Cantona.

martes, 15 de julio de 2008

"Boss, I think I've found you a genius."


Esas fueron las palabras de Bob Bishop en un telegrama enviado a Matt Busby, en alusión a un joven de 15 años que vió jugar en el Cregagh Boys' Club, un equipo de barrio en Belfast, Irlanda del Norte. Ese mismo chico marcaría una época dorada en el Manchester United y entraría con creces en el Olimpo del fútbol.

Siempre he tenido especial debilidad por los extremos porque suelen reunir la estética del fútbol: regate, velocidad, cambio de ritmo, habilidad,... y él lo tenía todo. Sin duda, una de esas perlas que nos deja la historia del fútbol, un placer para la vista.

En 1963 debutó con sólo 17 años en el Man.U y no tardó en encandilar a la hinchada. Formó parte de un equipo imponente junto a Denis Law y Bobby Charlton. Regates en carrera, recortes en seco, siempre lograba escabullirse de cualquier rival con el balón pegado a los pies, trazando así jugadas de ensueño y marcando goles memorables.

Dado su talento, su imagen de rockero y su vida llena de vicios y excesos, podría decirse que fue el primer futbolista mediático. De hecho, fue apodado "el quinto Beatle". Tras alcanzar la gloria europea en 1968, empezó el declive.

Fiel a su condición de extremo, adoptó su posición como modelo de vida pero siempre será recordado por su juego eléctrico y por su calidad sobresaliente. En las gradas de Old Trafford a veces aún se escucha aquello de "We all live in a Georgie Best world" a ritmo de Yellow Submarine. Las leyendas no mueren y George Best lo es.


"I spent a lot of money on booze, birds and fast cars. The rest I just squandered."
George Best (1946-2005).

viernes, 11 de julio de 2008

Brasil del 70


Ya se sabe que el futbol es un deporte de equipo. Más allá de excelentes jugadores, los grandes equipos que han pasado a la historia lo han hecho justamente jugando como un equipo, once tios que saben que sin el resto no son nada. Y aquí es donde aparece el considerado por muchos el mejor equipo de todos los tiempos: Brasil del 70. Ya no sólo por ganar aquel mundial en México, ni por contar con Pelé… sino también por su futbol ofensivo, arrollador y desbordante.

Después del mal papel en Inglaterra 66, las expectativas y la presión eran grandes. Por eso la seleçao hizo una buena preparación: alejada de los medios y, sobre todo, muy dirigida al aspecto físico para poder soportar la intensidad de los partidos y las condiciones climáticas de aquel verano caluroso. La primera fase fue relativamente fácil. Ya en cuartos, Perú no supuso un gran problema… pero en semis esperaba Uruguay, con el recuerdo del maracanazo aún latente. Pese a la extrema dureza y el gol de los uruguayos, Brasil sacó pecho e hizo lo mejor que sabia hacer: atacar. Y es que aquellos Jairzinho, Pelé, Gerson, Tostao, Rivelino, Carlos Alberto, jugaban otro futbol: internadas constantes, desbordes por doquier, combinaciones perfectas… marcar sólo era cuestión de tiempo. Una vez en la final, la superioridad brasileña sobre Italia fue asombrosa (4-1).

El Mundial del 70 no es tan recordado por ser televisado mundialmente por primera vez sino por las juagadas inolvidables a cargo de los jugadores brasileños. Pelé estuvo a punto de sorprender al portero checoslovaco, Víktor, con un globo desde medio campo. Contra Inglaterra, Banks hizo la parada imposible en un cabezazo picado de Pelé. Aquel engaño de Pelé sin tocar el balón a Mazurkiewicz, el portero uruguayo, figura entre los mano a mano más célebres del fútbol. En el cuarto gol ante Italia, la pelota pasó por todo Brasil, la tocaron los once, y por fin Pelé la puso en bandeja, sin mirar, para que rematara Carlos Alberto, que venía en tromba.

De eso se trataba, de combinar y tocar, el equipo brasileño se desplegaba por el campo y el balón se movía de un lado a otro porque los jugadores buscaban siempre el apoyo, el desmarque sin que el rival supiera nunca a quién marcar. La prensa inglesa comentó: “debería estar prohibido un fútbol tan bello”.


"Hay algunos pueblos y caseríos del Brasil que no tienen iglesia, pero no existe ninguno sin cancha de futbol". Eduardo Galeano, El fútbol a sol y sombra.

jueves, 10 de julio de 2008

Inauguración

Nace este nuevo blog dedicado íntegramente al futbol, para todos aquellos que compartimos la pasión por este deporte. Y qué mejor que titularlo con una célebre cita del mítico Eric Cantona, que ensalza la grandeza del futbol, elevándolo a la categoría de arte.
En cuanto a mi nick, aclararé dos cosas: primero, "Legend" es un homenaje a todos aquellos futbolistas que han marcado época, contribuiendo a embellecer el futbol; y segundo, "7" porque es mi predilección entre los dorsales y, no en vano, lo han llevado muchas leyendas.
En este blog se va a hablar de todo lo que es el mundo del futbol, pero sobre todo, del futbol en esencia y de momentos/jugadores históricos. Como apunte, procuraré acabar siempre con una cita futbolística. En esta ocasión recurriré a aquel inolvidable entrenador e hincha de futbol, que en una entrevista en 1981 dijo con ironía y con acierto:

"Someone said 'football is more important than life and death to you' and I said 'Listen, it's more important than that'."
Bill Shankly, entrenador del Liverpool en los años 60 y 70.