viernes, 11 de julio de 2008

Brasil del 70


Ya se sabe que el futbol es un deporte de equipo. Más allá de excelentes jugadores, los grandes equipos que han pasado a la historia lo han hecho justamente jugando como un equipo, once tios que saben que sin el resto no son nada. Y aquí es donde aparece el considerado por muchos el mejor equipo de todos los tiempos: Brasil del 70. Ya no sólo por ganar aquel mundial en México, ni por contar con Pelé… sino también por su futbol ofensivo, arrollador y desbordante.

Después del mal papel en Inglaterra 66, las expectativas y la presión eran grandes. Por eso la seleçao hizo una buena preparación: alejada de los medios y, sobre todo, muy dirigida al aspecto físico para poder soportar la intensidad de los partidos y las condiciones climáticas de aquel verano caluroso. La primera fase fue relativamente fácil. Ya en cuartos, Perú no supuso un gran problema… pero en semis esperaba Uruguay, con el recuerdo del maracanazo aún latente. Pese a la extrema dureza y el gol de los uruguayos, Brasil sacó pecho e hizo lo mejor que sabia hacer: atacar. Y es que aquellos Jairzinho, Pelé, Gerson, Tostao, Rivelino, Carlos Alberto, jugaban otro futbol: internadas constantes, desbordes por doquier, combinaciones perfectas… marcar sólo era cuestión de tiempo. Una vez en la final, la superioridad brasileña sobre Italia fue asombrosa (4-1).

El Mundial del 70 no es tan recordado por ser televisado mundialmente por primera vez sino por las juagadas inolvidables a cargo de los jugadores brasileños. Pelé estuvo a punto de sorprender al portero checoslovaco, Víktor, con un globo desde medio campo. Contra Inglaterra, Banks hizo la parada imposible en un cabezazo picado de Pelé. Aquel engaño de Pelé sin tocar el balón a Mazurkiewicz, el portero uruguayo, figura entre los mano a mano más célebres del fútbol. En el cuarto gol ante Italia, la pelota pasó por todo Brasil, la tocaron los once, y por fin Pelé la puso en bandeja, sin mirar, para que rematara Carlos Alberto, que venía en tromba.

De eso se trataba, de combinar y tocar, el equipo brasileño se desplegaba por el campo y el balón se movía de un lado a otro porque los jugadores buscaban siempre el apoyo, el desmarque sin que el rival supiera nunca a quién marcar. La prensa inglesa comentó: “debería estar prohibido un fútbol tan bello”.


"Hay algunos pueblos y caseríos del Brasil que no tienen iglesia, pero no existe ninguno sin cancha de futbol". Eduardo Galeano, El fútbol a sol y sombra.

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